lunes, 18 de mayo de 2009

Pleamar

La noche cargada de mil luceros,
alumbra un barco en su proa.
Una Sensación cansada de silencio,
impide su partida.
La brisa que despide la nave
exige su turno, impaciente.

Allí se ve como caminan los marinos,
con voces quietas.
Pero todo se palpa en la desvelada,
en la negrura de sus fantasías.

Olas abrazadas en la arena
adheridas piel a piel,
deseosas de mantener gemelitud
se miran frente al agua
en la humedad callada, para predecir su despedida,
en entristecido acuerdo.

Recorren la orilla de la frontera,
implorando que las horas se prolonguen.
En medio de la resaca
volverán a encontrar una corriente
Que ponga irremediablemente todo en su lugar.

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